Arboles caídos en los lugares mas increíbles, personas que salvaron sus vidas porque el destino aun no les había sido marcado.
Todo el paisaje cambiado, sin embargo la mañana siguiente un sol acompañaba el día, la rambla llamaba.
Mas nuestra sorpresa al llegar y ver que 18 veleros se habían soltado de sus amarras y navegaron al zig zag del viento hasta encallar en destinas partes de la costa.
Cuando llegamos el despliegue ya era increíble, se habían cortado las barandas de nuestro caminero, rellenado con arena y pedregullo haciendo callesitas para acercarse a ellos. Una grúa con sumamente eficacia se acerco lo mas posible al primero. Un mundo de personas iban y venían parecía como homiguitas mareadas, sin embargo cada uno sabia exactamente que hacer. Fue increíble ver los movimientos de la grúa atrapándo al velero herido, los hombres asegurando cada una de las cintas de seguridad, me quede impresionada del tamaño de esas maquinas y la capacidad de movimientos de todas sus ruedas como si fueran independientes. Después de varias horas de trabajo arduo y responsable, el camión que la transportaría estaba enganchado, la grúa en un delicado movimiento fue bajando hasta que los trabajadores del rescate soltaron a la nave de su rescatista.
La gente amontonada miraba perpleja cada movimiento, el peso de su carga hizo que por un momento se detuviera su marcha al tocar un tope del cordón, unos minutos después llego la solución por un costado una maquina retoescavadora se engancho con una fuerte cadena y ayudo en el difícil trance. Minutos después vimos a la nave viajar por las calles de Punta del Este nos miraba desde lo alto, o miraba su mar .
Me quede con ganas de aplaudir, no solo por el trabajo desplegado sino por que siempre uno siente esa vibración que se palpita cuando la gente trabaja con amor y se une en una crisis y sale adelante.
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