viernes, 12 de marzo de 2010

Cartas literarias a una mujer:




Carta I



En una ocasión me preguntaste: ¿Qué es la poesía?

¿Te acuerdas? No sé a qué propósito había yo hablado algunos momentos antes de mi pasión por ella.

¿Qué es la poesía? me dijiste; y yo, que no soy muy fuerte en esto de las definiciones, te respondí titubeando: la poesía es... es... y sin concluir la frase buscaba inútilmente en mi memoria un término de comparación, que no acertaba a encontrar.

Tú habías adelantado un poco la cabeza para escuchar mejor mis palabras; los negros rizos de tus cabellos, esos cabellos que tan bien sabes dejar a su antojo, sombrear tu frente con un abandono tan artístico, pendían de tu sien y bajaban rozando tu mejilla hasta descansar en tu seno; en tus pupilas, húmedas y azules como el cielo de la noche, brillaba un punto de luz, y tus labios se entreabrían ligeramente al impulso de una respiración perfumada y suave.

Mis ojos que, a efecto sin duda de la turbación que experimentaba, habían errado un instante sin fijarse en ningún sitio, se volvieron entonces instintivamente hacia los tuyos, y exclamé al fin: ¡la poesía... la poesía eres tú!

¿Te acuerdas?

Yo aún tengo presente el gracioso ceño de curiosidad burlada, el acento mezclado de pasión y amargura con que me dijiste: ¿Crees que mi pregunta sólo es hija de una vana curiosidad de mujer? Te equivocas. Yo deseo saber lo que es la poesía, porque deseo pensar lo que tú piensas, hablar de lo que tú hablas, sentir con lo que tú sientes, penetrar por último en ese misterioso santuario en donde a veces se refugia tu alma, y cuyo dintel no puede traspasar la mía.

Cuando llegaba a este punto se interrumpió nuestro diálogo. Ya sabes por qué. Algunos días han transcurrido. Ni tú ni yo lo hemos vuelto a renovar, y sin embargo, por mi parte no he dejado de pensar en él. Tú creíste, sin duda, que la frase con que contesté a tu extraña interrogación, equivalía a una evasiva galante.

¿Por qué no hablar con franqueza? En aquel momento di aquella definición, porque la sentí, sin saber siquiera si decía un disparate.

Después lo he pensado mejor, y no dudo al repetírtelo. La poesía eres tú.

¿Te sonríes? Tanto peor para los dos. Tu incredulidad nos va a costar a ti el trabajo de leer un libro y a mí el de componerlo.

¡Un libro! exclamas palideciendo y dejando escapar de tus manos esta carta. No te asustes. Tú lo sabes bien: un libro mío no puede ser muy largo. Erudito, sospecho que tampoco. Insulso, tal vez; mas para ti, escribiéndolo yo, presumo que no lo será, y para ti lo escribo.

Sobre la poesía no ha dicho nada casi ningún poeta; pero en cambio hay bastante papel emborronado por muchos que no lo son.

El que la siente se apodera de una idea, la envuelve en una forma, la arroja en el estadio del saber y pasa. Los críticos se lanzan entonces sobre esa forma, la examinan, la disecan y creen haberla comprendido cuando han hecho su análisis. La disección podrá revelar el mecanismo del cuerpo humano; pero los fenómenos del alma, el secreto de la vida ¿cómo se estudian en un cadáver?

No obstante, sobre la poesía se han dado reglas, se han atestado infinidad de volúmenes, se enseña en las universidades, se discute en los círculos literarios y se explica en los ateneos.

No te extrañes. Un sabio alemán ha tenido la humorada de reducir a notas y encerrar en las cinco líneas de una pauta el misterioso lenguaje de los ruiseñores. Yo, si he de decir la verdad, todavía ignoro qué es lo que voy a hacer, así es que no puedo anunciártelo anticipadamente.

Sólo te diré, para tranquilizarte, que no te inundaré en ese diluvio de términos que pudiéramos llamar facultativos, ni te citaré autores que no conozco, ni sentencias en idiomas que ninguno de los dos entendemos.

Antes de ahora te lo he dicho. Yo nada sé, nada he estudiado, he leído un poco, he sentido bastante y he pensado mucho, aunque no acertaré a decir, si bien o mal. Como sólo de lo que he sentido y he pensado he de hablarte, te bastará sentir y pensar para comprenderme.

Herejías históricas, filosóficas y literarias presiento que voy a decir muchas. No importa. Yo no pretendo enseñar a nadie, ni erigirme en autoridad, ni hacer que mi libro se declare de texto.

Quiero hablarte un poco de literatura, siquiera no sea más que por satisfacer un capricho tuyo; quiero decirte lo que sé de una manera intuitiva, comunicarte mi opinión y tener al menos el gusto de saber, que si nos equivocamos, nos equivocamos los dos, lo cual, dicho sea de paso, para nosotros equivale a acertar.

La poesía eres tú, te he dicho, porque la poesía es el sentimiento y el sentimiento es la mujer.

La poesía eres tú porque esa vaga aspiración a lo bello que la caracteriza y que es una facultad de la inteligencia en el hombre, en ti pudiera decirse que es un instinto.

La poesía eres tú porque el sentimiento que en nosotros es un fenómeno accidental y pasa como una ráfaga de aire, se halla tan íntimamente unido a tu organización especial, que constituye una parte de ti misma.

Últimamente, la poesía eres tú; porque tú eres el foco de donde parten sus rayos.

El genio verdadero tiene algunos atributos extraordinarios que Balzac llama femeninos y que efectivamente lo son.

En la escala de la inteligencia del poeta hay notas que pertenecen a la de la mujer y éstas son las que expresan la ternura, la pasión y el sentimiento. Yo no sé por qué los poetas y las mujeres no se entienden mejor entre sí. Su manera de sentir tiene tantos puntos de contacto. Quizás por eso... pero dejemos digresiones y volvamos al asunto.

Decíamos..., ¡ah! sí, hablábamos de la poesía.

La poesía es en el hombre una cualidad puramente del espíritu; reside en su alma, vive con la vida incorpórea de la idea y para revelarla necesita darle una forma. Por eso la escribe.

En la mujer, por el contrario, la poesía está como encarnada en su ser; su aspiración, sus presentimientos, sus pasiones y su destino son poesía: vive, respira, se mueve en una indefinible atmósfera de idealismo que se desprende de ella, como un fluido luminoso y magnético; es, en una palabra, el verbo poético hecho carne.

Sin embargo, a la mujer se la acusa vulgarmente de prosaísmo. No es extraño. En la mujer es poesía casi todo lo que piensa; pero muy poco de lo que habla. La razón yo la adivino, y tú la sabes.

Quizá cuanto te he dicho lo habrás encontrado confuso y vago. Tampoco debe maravillarte.

La poesía es al saber de la humanidad lo que el amor a las otras pasiones.

El amor es un misterio. Todo en él son fenómenos a cuál más inexplicables; todo en él es ilógico; todo en él es vaguedad y absurdo.

La ambición, la envidia, la avaricia, todas las demás pasiones tienen su explicación y aún su objeto, menos la que fecundiza el sentimiento y lo alimenta.

Yo, sin embargo, la comprendo; la comprendo por medio de una revelación interna, confusa e inexplicable.

Deja esta carta, cierra tus ojos al mundo exterior que te rodea, vuélvelos a tu alma, presta atención a los confusos rumores que se elevan de ella, y acaso la comprenderás como yo.

(El Contemporáneo, jueves 20 de diciembre de 1860.)


(Gustavo Adolfo Bécquer)Compartir en Facebook

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REFLEXIONES

En este espacio solo quiero que
intercambiemos,todo aquello que sale del corazon,esos sentimientos que a veces
nos tiene confundidos pero que son en definitiva los que nos hacen sentir
vivos,queremos ser felices y amar corremos tras eso la vida entera,y muchas
veces no nos detenemos a ver que el amor esta en nosotros y nos envuelve solo
tenemos que compartirlo.
Desde esta pàgina tu puedes mandar flores,aprender a redactar una carta a decorarla con un sobre bonito.Y tambien poner tu opiniòn sobre el tema que te guste.

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RIMA LXXVII



Es un sueño la vida,
pero un sueño febril que dura un punto;
Cuando de él se despierta,
se ve que todo es vanidad y humo...
¡Ojalá fuera un sueño
muy largo y muy profundo,
un sueño que durara hasta la muerte!...
Yo soñaría con mi amor y el tuyo.

Becquer.

De por qué te estoy queriendo no me pidas la razón
Pues yo mismo no me entiendo con mi propio corazón
Al llegar la madrugada, mi canción desesperada
Te dará la explicación.

Te quiero vida mía, te quiero noche y día
No he querido nunca así
Te quiero con ternura, con miedo, con locura
Solo vivo para ti.

Yo te seré siempre fiel pues para mi quiero en flor
Ese clavel de tu piel y de tu amor.

Mi voz igual que un niño te pide con cariño
Ven a mi abrázame
Porque te quiero
Te quiero, te quiero
Te quiero, te quiero, te quiero
Y hasta el fin te querré

Te quiero con ternura, con miedo, con locura
Solo vivo para ti.

Yo te seré siempre fiel pues para mi quiero en flor
Ese clavel de tu piel y de tu amor.

Mi voz igual que un niño te pide con cariño
Ven a mi abrázame
Porque te quiero
Te quiero, te quiero
Te quiero, te quiero, te quiero
Y hasta el fin te querré

Lalalalalalala lalalalalalalalala

Y hasta el fin te querré.

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Siempre vivir con amor…

Con amor en el corazón,

siempre tendremos la sensación

de cariño y amistad,

y asi, la felicidad...

Con besos cariñosos,

los momentos quedan deliciosos…

Son los besos de la Primavera,

y los sentimos en el corazón,

dándonos toda la emoción

de momentos de amor,

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Asi es la vida para los sabem amar,

los que saben vivir con amor…

Marcial Salaverry

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Una flor para Catalina

Amor, hoy he leído el título de un libro que me ha echo recordarte tanto, siendo casi una niña te conocí y desde allí cada 25 de noviembre me llegaba un enorme ramo de gladiolos de un hermoso tono que se confundía entre un color naranja y un rosa.
Había en casa un alto jarrón al lado del piano y allí las colocaba. Era la admiración de todos los que venían a saludarme por mi cumpleaños.
Luego la austeridad sucedió a la bonanza. No llegaron mas lo hermosos galdiolos, pero si tu te levantabas temprano y de nuestro jardín traías una flor que colocabas sobre mi almohada diciéndome una flor para otra flor junto al beso de mi cumpleaños.Tu te has ido para siempre hace ya muchos años y al leer el título del libro lloré, me hizo evocar todo lo que he escrito, no se si aquel enorme ramo de gladiolos tenían la ternura de aquella flor que dejabas sobre mi almohada que hace muchos años esta vacía cada 25 de noviembre.
Gladys Murissich
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